Alejandra (Aleja) - co-host

Mi historia dice así.

Contexto innecesario.

Yo cumplo años el 24 de diciembre, condenada desde la cuna a que mi cumpleaños compita con el del niño Dios.

En 2013 le pedí a mi mamá un Blackberry Q10 porque estaba de moda.

Le dije, mami, eso es todo lo que quiero.

Ese es mi regalo de Navidad y de cumpleaños.

O sea, ella misma dijo, júntame los regalos.

Fin del contexto innecesario.

Como cada 24 de diciembre fuimos a pasar Navidad a la finca de la abuela.

Eso era puro ambiente.

Música, natilla, uñuelos, niños, niños corriendo, tías gritándole a alguien y todo ese caos hermoso que trae la Navidad.

Pero de mi cumpleaños, cero señales.

Nada.

Ni una vela, ni una torta, ni un trajero en algo por allá.

Solo el típico, ay, felicitaciones, mija.

Como quien saluda al portero.

Llegan las 12 y mis primos estaban en esa edad donde todavía les hacían la mentira de salir a la manga a ver pasar a Santa en el cielo.

Salimos a la manga mientras los papás claramente escondían los regalos en los camarotes como si uno no se diera cuenta.

Cuando por fin nos llaman a revisar las camas, yo iba feliz.

Yo solo pensaba, bueno, no hubo torta, pero ahorita sí voy a encontrar mi Blackberry.