Kenny Beach

De todas las cuevas en las que he estado, en esta todo mi cuerpo empezó a vibrar.

Cuanto más me acercaba, más fuerte era esa sensación.

Y pensé, está bien, no voy a entrar aquí ahora, pero algún día volveré.

Soy senderista de largas distancias.

Una vez, durante una de mis caminatas cerca de la base aérea Nellis, encontré una cueva oculta.

La entrada tenía la forma de una M mayúscula perfecta.

Siempre entro en todas las cuevas que encuentro, pero al entrar en esta, todo mi cuerpo empezó a vibrar.

Cuanto más me acercaba a la entrada, más fuerte era la vibración.

De repente me asusté mucho y salí corriendo de allí.

Fue una de las cosas más extrañas que me han pasado en la vida.

Llevo más de 20 años haciendo este tipo de cosas.

Voy a donde nadie va y nunca llevo a nadie conmigo.

Encuentro cráneos de todas las formas y tamaños y de vez en cuando encuentro trampas para animales muy antiguas.

Subo montaña tras montaña y duermo en los picos bajo las estrellas.

A veces tengo que escalar acantilados gigantes para salir de un apuro, pero siempre regreso.

Estoy hecho polvo y cansado, y mi mochila casi siempre pesa más que cuando salí.

Solo tuve que ser rescatado una vez por un helicóptero.

Me lesioné la pierna izquierda en la cima de la montaña y solo me quedaba un vaso de agua para recorrer 32 kilómetros hasta mi camioneta.

Además hacía más de 38 grados.

Así que tengo un muy buen historial de seguridad.