Raúl

Todo está conectado entre caminos de tierra.

Si nosotros nos adentramos en estos caminos, incluso si nos perdemos, vais a ver que siempre hay uno de estos caminos.

Si andamos un poco más hacia el norte o hacia el sur, vamos a encontrar siempre uno.

Si nosotros entramos dentro de estos caminos, vais a ver como si fuese una especie de guía turística.

Todos estos caminos nos van a enseñar todos los paisajes, todos los pueblos, ciudades, todo lo que se encuentra en este periodo.

Vamos a empezar a viajar con nuestros caballos, montados a nuestro caballo, y vamos a ver tranquilamente aldeas, pueblos humildes, llenos de campos donde va a haber mucha gente trabajando, plantando trigo, dando de comer a sus animales…

Si vamos más allá llegaremos a las grandes ciudades amuralladas, que si entramos dentro vais a ver que todo es caótico, porque tenemos carros en medio de las calles que dificultan el poder andar, un montón de gente cargando sacos de alimentos con trigo, con pescado, con carne, que los están exponiendo en sus mercados libres, que son unos tenderetes que hay a lo largo de la calle.

Vais a ver que incluso hay muchísima gente, es muy complicado andar.

¿Por qué?

Porque a lo mejor hay alguno que se ha quedado toda la noche bebiendo en una taberna, borracho, y como no hay faroles, no sabía volver a casa.

Entonces está ahí medio dormido, tirado en la calle.

Claro, lo normal.

Lo normal.

Niños jugando, empujando a la gente para poder pasar.

O sea, muchísimas personas.

Todo está pelotonado.

Y gritos, ¿no?

Y gritos, por supuesto, muchísimo grito.

Pero vais a ver como de golpe toda esa gente se aparta para dejar un pasillo porque justo por el mismo camino de tierra que habéis ido vosotros vienen dos caballeros.

Dos caballeros montados en su caballo con el estandarte de la casa en el pecho y se están dirigiendo ¿a dónde?