Raúl

¿Y si me sirvo dos?

No puedes.

Soy caballero.

Bueno, eres un caballero.

Vale, vale.

Tienes tu propio caldero.

Muy bien.

Sírvete.

Entonces, como solamente podías servirte un cuenco, lo que hacían los soldados era llevarse su propia comida.

Se llevaban muchas galletas de trigo, mucho pan para acompañar, porque sabían que ese cuenco te llenaba lo justo.

No te llenaba nada.

Pues entonces eran como tres cuencos comunales y después a la hora de dormir lo que se hacía muchas veces era, pues por ejemplo, se aprovechaban las brasas de las hogueras para tirarlas en el suelo y calentar un poco la zona donde vas a dormir.

Para el frío muchas veces se meaban en las manos.

Tú te meabas en las manos para entrar en calor con ellas.

Pero eso es momentáneo, tío.

Bueno, es la sensación de calor que buscas en ese momento.

Vale.

Entonces, era eso, las brasas, dormir obviamente abrazados, compartir pieles, si es que las compartía alguien de al lado, porque a lo mejor el tío ves que ya no se mueve y dices, hostia, ya la piel me la quedo yo porque esto está muerto.

Claro.

Lo que pasa muchas veces es que al día siguiente, mientras se desayuna, que el desayuno es así de rápido, es un vaso de cerveza o un vaso de vino con pan duro.