Historia 'El peligro de aislarse'

EL PELIGRO DE AISLARSE Un hombre, que regularmente asistía a las reuniones de una determinada comunidad cristiana, sin ningún aviso dejó de participar en sus actividades. Después de algunas semanas, una noche muy fría el líder de aquel grupo decidió visitarlo. Encontró al hombre en casa, solo, sentado frente a una chimenea donde ardía un fuego brillante y acogedor. Adivinando la razón de la visita, el hombre dio la bienvenida al líder, lo condujo a una silla grande cerca de la chimenea y se quedó quieto, esperando una pregunta. Se hizo un grave silencio. Los dos hombres sólo contemplaban la danza de las llamas en torno de los troncos de leña que crepitaban. Al cabo de algunos minutos el líder, sin decir palabra, examinó las brasas que se formaban y cuidadosamente seleccionó una de ellas, la más incandescente de todas, retirándola a un lado del brasero con unas tenazas. Volvió entonces a sentarse, permaneciendo silencioso e inmóvil después de solicitar un instante para elevar una oracion. El anfitrión prestaba atención a todo, fascinado pero inquieto. Al poco rato, la llama de la brasa solitaria disminuyó, hasta que sólo hubo un brillo momentáneo y el fuego se apagó repentinamente. En poco tiempo, lo que era una muestra de luz y de calor, no era más que un negro, frío y muerto pedazo de carbón recubierto por una leve capa de ceniza. Muy pocas palabras habían sido dichas desde el ritual saludo entre los dos amigos. El líder, antes de prepararse para salir bendijo aquel hombre, con las tenazas blandió el carbón frío e inútil, colocándolo de nuevo en medio del fuego. De inmediato la brasa se volvió a encender, alimentada por la luz y el calor de los carbones ardientes en torno suyo. Cuando el lider alcanzó la puerta para irse, el anfitrión le dijo: Gracias por tu visita y por tu bellísima lección, Regresaré al grupo Buenas noches. ¿Por qué se extinguen los grupos cristianos? Muy simple: porque cada miembro que se retira, aparte de que decae en la oracion, le quita el fuego y el calor al resto. A los miembros de una comunidad vale recordarles que hemos sido escogidos por Dios para una misión, y que formamos parte de esa llama y que lejos del grupo perdemos el brillo. A los líderes hay que recordarles que son, en parte, responsables de mantener encendida la llama de cada uno de los miembros y promover la unión entre todos nosotros, para que el fuego sea realmente fuerte, eficaz y duradero y así asumir y realizar con Amor la misión que Dios nos encomendó. Como parte de esta comunidad deseo que la llama del Santo espíritu que nos une, siempre esté ardiendo, no importa si a veces nos molesta alguna aptitud de nuestros hermanos o de nuestro lider, lo que importa es estar conectados. En silencio algunos, otros muy activos. Los hermanos que en esta comunidad dan más vida nos los puso Dios en nuestro camino, para aprender de ellos y para que ellos aprendan de nosotros . Mantengamos la llama viva, invoquemos constantemente y en oracion el fuego del Espíritu Santo y aunque algunos solo vengan esporádicamente a las actividades de nuestra comunidad, es bueno saber que pueden mantener su llama encendida si acuden para estar con los demás. Un abrazo y saludos.

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