Manu Carreño

Todos sabemos lo que es el club blanco, pero aquí lo que yo creo que depende de Xabi Alonso es de su vestuario.

Es decir, que Valverde crea en él, que Vinicius crea en él.

Esto es así.

Si creen en lo que él les dice, en el mensaje del entrenador, pues entonces las cosas pueden fluir y puede revertirlo.

Si estos futbolistas que son líderes no creen en él, pues la cosa se complica, naturalmente.

Pues eso se complica porque si tú le dices a Vinicius algo y Vinicius te hace así con la cabeza, pero no te da más importancia lo que está diciendo.

Si no llega el mensaje, si no hay esa cohesión, esa conexión entre vestuario y entrenador, no hay nada que hacer.

Pero para que llegue el mensaje tiene que hablar bien la persona que lo emite y tiene que saber escuchar y que…

Precisamente yo voy, Xavi, a que se está hablando muchísimo de Xavi y yo creo que muy poco de los jugadores.

Y todo este jaleo empieza con el cambio de Vinicius en el Clásico.

Bueno, con la derrota en el Metropolitano.

Y antes un poquito menos, pero también con lo de Valverde… Correcto, lo de Valverde en Almaty… Hay varias cosas.

Mira, Javi, me acuerdo de… Acordaos, Bruno.

Perdona, Manu.

Me acuerdo de tertulias de Javi justo antes del Clásico y decía «Yo sí que le he visto al Madrid un cambio, el Madrid juega otra cosa, el Madrid presiona arriba».

Sí, en el Mundial de Clubes y el inicio de la Liga no fue malo.

En la previa, o sea, el viernes antes del clásico, tu discurso, Javi, era este.

Y yo estaba de acuerdo con él.

Yo te digo que Xavi Alonso a mí me parece, como a toda la gente que seguimos al equipo y la gente, como decía antes Romero, aficionados y tal, cuando llega Xavi Alonso al Mundial Club parece que llega el Mesías para el Madrid.

Oye, vamos a hacer una cosa, Javi, si os parece, que sé que quiere hablar gallego, quiere hablar talavera, vamos a escuchar a Xavi Alonso, que no lo hemos oído todavía en la rueda de prensa, que las preguntas han sido muchas también sobre su futuro, que yo creo que es interesante escucharle y seguimos en el Sanedrín, ¿no?